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Cuando la discapacidad es motivo de inspiración o motivo de sarcasmo

Es común y nada más erróneo considerar a la discapacidad, como condición de la persona humana, fuente de inspiración o motivo de burla. Esa condición debiera ser considerada como parte integral de la persona y no como paralela al ser humano, fuera de su esencia. Es lo que hace que cada sujeto se identifique frente al mundo.

“La discapacidad como ejemplo de inspiración solo por su condición”, dice Stella Young, humorista, periodista, activista por los derechos humanos, con discapacidad motriz. Ella reflexiona frente a la creencia de que son “valientes” y “excepcionales”. “Vivir con discapacidad no te hace excepcional ni te convierte en valiente”. Convertir a la discapacidad en un motivo para alegrarnos por no tenerla, o valorar lo que tenemos inspirado en lo que no tenemos, agradeciéndolo, nos convierte en espectadores con habilidades y convencidos de que nuestros logros se deben a las condiciones dentro de los parámetros de capacidad hacia quienes nos rodean. Lo excepcional es lo que se haga con su vida, no su discapacidad, dice Stella.

Quienes consideran, construyen y utilizan a la discapacidad socialmente en inferioridad de condiciones como actores sociales ponen en evidencia el valor humano que le adjudican a quienes no son parte aceptable de su entorno.

Acción que se naturaliza, se avala y se perpetúa sin impedimento alguno por algunos comunicadores sociales, responsables de mostrar en redes el rechazo hacia las personas que no entran dentro de su entorno social.

Son quienes de alguna manera subjetivan a quienes ponen en descubierto la miseria moral, como pobreza extrema frente a la vida humana. Son quienes se enaltecen frente a la degradación y humillación desnudando su visión frente al otro como sujeto respetable.

Esas personas provocan un sentimiento de rechazo o desagrado para quienes creemos y fomentamos el valor de la vida humana, el respeto y la dignidad de cada ser que se considera socialmente por su esencia.

Como adultos, como personas, como docentes y militantes del respeto por los derechos humanos y la no discriminación tenemos la responsabilidad y el compromiso de generar espacios de convivencia, libre de actitudes que vayan en contra de la exclusión, la denigración, y desprestigio de cada ser que habite en este mundo.

Por Prof. Sandra Ferrero
SADOP – Delegación Rio Cuarto