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SADOP en la Feria del Libro: sobre la naturaleza política de la educación

En el Predio Ferial La Rural, y como parte de las actividades de la 48° Feria del Libro de la ciudad de Buenos Aires, se celebró esta tarde el Día SADOP.

La jornada comenzó a las 14.30 en la Sala Alejandra Pizarnik (Pabellón Amarillo), con un panel titulado “Proyecto de Nación y Educación”, del que participaron la  secretaria general de SADOP, Marina JaureguiberryLuz Albergucci, coordinadora de Formación Permanente de la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE) y licenciada en Ciencias de la Educación; y Miriam Wlosko, psicóloga y docente investigadora en temas de salud, salud mental y trabajo.

Uno de los temas centrales de la charla fue la noción de adoctrinamiento que se pretende imponer desde ciertos sectores mediáticos y políticos, y el cuestionamiento a la relación entre política y educación. En este sentido, Marina Jaureguiberry dejó en claro que no hay proyecto político sin proyecto educativo, y que “siempre es ideológica la postura de la escuela”.

La primera en hablar fue Luz Albergucci, quien mencionó la dificultad del contexto actual para las universidades nacionales como la UNIPE, y realizó un repaso histórico con el propósito de desmitificar algunos asuntos que, en su opinión, forman parte de la agenda discursiva actual. “La educación siempre ha sido, es y será un campo de disputa”, afirmó.

Tras recordar a distintos pedagogos y pedagogas, como José Martí y Gabriela Mistral, y considerar la relación entre educación, política y economía, es decir, entre proyecto educativo y proyecto de país, reflexionó: “No hay escuela sin proyecto político”.

Luego, Miriam Wlosko analizó la noción de “batalla cultural”, desarrollada por Antonio Gramsci pero, según dijo, “reapropiada por la derecha” desde los años 80.

“Que lo colectivo no se rompa”

¿De qué se trata la “batalla cultural”? Miriam Wlosko la definió como el intento de construir hegemonía en base a narrativas que permiten resignificar los hechos; en otras palabras, la elaboración y posterior imposición de discursos que cambian el significado o el sentido de lo que pasó. “Es un trabajo de reconquista ideológica por las clases dominantes —apreció—, a partir del cual ciertos conceptos como ‘democracia’ o ‘30.000 detenidos-desaparecidos’ ya no son intocables”. En eso consistiría el trabajo de apropiación cultural de la derecha.

De esta manera, habría ciertos enunciados que funcionan como dispositivos de guerra psicológica, del tipo: “ojo que te estamos mirando”. Estas operaciones psicológicas, dijo Wlosko, actúan sobre colectivos e individuos y nos someten a un “sufrimiento ético”, debido a que nos fuerzan a hacer nuestro trabajo de una manera con la que no estamos de acuerdo. “Nos  obligan a no hablar de los derechos humanos o de la ESI del modo en el que creemos que tenemos que hablar”. Ante esta situación, estimó que “tenemos que tratar de que lo colectivo no se rompa y poder pensar estos temas con los demás”.

Política y educación: un binomio indisociable

Por último, Marina Jaureguiberry analizó brevemente lo expuesto por las otras panelistas y, a partir del concepto de adoctrinamiento cultural, puso el acento en algunas de sus consecuencias, en particular en el deterioro inmediato de los vínculos, de la salud y de la salud mental: todas cuestiones, como dijo, relacionadas con el “sufrimiento ético”.

En ese sentido, reconoció el trabajo llevado a cabo por el departamento Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (CyMAT) de SADOP, y se preguntó por el punto de vista que se adopta para considerar el proceso de trabajo y el lugar de creación que, en dicho proceso, se le asigna o no a las y los trabajadores de la educación. “¿Estamos ahí simplemente para transmitir lo que otros elaboran en otro lado o estamos ahí para aprender y enseñar?”, manifestó.

Antes de intentar una respuesta, aclaró que es necesario recordar un aspecto fundamental del trabajo de las y los docentes: “En la pandemia quedó muy claro que en los procesos de enseñanza y aprendizaje tiene que haber vínculo —dijo—, y es la necesidad de este vínculo afectivo lo que hace que las y los docentes sigamos siendo imprescindibles”.

Luego llamó a las y los docentes de gestión privada a ser conscientes de que la discusión sobre el adoctrinamiento cultural, impuesta desde el afuera, “va a afectar sus propias condiciones de trabajo y de vida, y de hecho ya las está afectando”. Y advirtió que es en esas discusiones, en esa disputa, donde se juega el sentido común. “Tenemos que ser conscientes de esto para saber que estamos librando esa disputa todos los días en el aula, en los lugares donde nos toca militar”, concluyó.